Bancos rusos y criptomonedas: qué pasa cuando el dinero oficial se cruza con lo descentralizado

Los bancos rusos, instituciones financieras estatales y privadas que gestionan el flujo de dinero en Rusia no están ignorando las criptomonedas: están luchando contra ellas. Desde 2022, tras las sanciones internacionales, muchos rusos dejaron de confiar en los sistemas bancarios tradicionales y buscaron refugio en Bitcoin, Ethereum y otras monedas digitales. El gobierno no lo prohibió, pero tampoco lo apoyó: lo controló. Y eso cambió todo.

El rublo digital, una versión electrónica del rublo ruso desarrollada por el Banco Central de Rusia es la respuesta oficial. No es una criptomoneda como Bitcoin: es un sistema centralizado, rastreable y obligatorio. Su objetivo no es liberar a la gente, sino mantener el control. Mientras tanto, los bancos rusos, instituciones financieras estatales y privadas que gestionan el flujo de dinero en Rusia han bloqueado cuentas de usuarios que intentan mover cripto hacia el exterior. Algunos incluso han cerrado cuentas por simplemente recibir pagos en cripto desde el extranjero. No es un problema técnico: es una decisión política. Y lo que más sorprende es que, a pesar de todo, el uso de criptomonedas en Rusia sigue creciendo. Porque cuando los bancos no te dejan sacar tu dinero, la gente encuentra otras formas.

Las sanciones cripto, medidas impuestas por países occidentales para restringir el acceso a servicios financieros globales forzaron a Rusia a crear sus propios circuitos. Ahora hay intercambios locales que operan en la sombra, pares de trading en cripto que usan stablecoins como USDT para evitar la inflación del rublo, y hasta empresas que pagan salarios en Bitcoin porque no pueden recibir dólares. No es legal, pero es práctico. Y lo que vemos en los artículos de esta lista —desde cómo se manejan los retiros en Nigeria hasta las regulaciones en Canadá— es la misma historia repetida: cuando los sistemas tradicionales fallan, la gente recurre a lo descentralizado.

Lo que encontrarás aquí no son teorías. Son casos reales: cómo los bancos rusos intentan frenar el flujo de cripto, cómo los ciudadanos lo eluden, y qué lecciones aprenden otros países al verlo. No se trata de si las criptomonedas son buenas o malas. Se trata de qué pasa cuando el dinero pierde su monopolio. Y en Rusia, esa batalla ya se está ganando —no por el gobierno, sino por las personas que simplemente necesitan mover su dinero.