Las criptomonedas volátiles, activos digitales cuyo precio puede cambiar drásticamente en horas o minutos no son inversiones: son apuestas. Muchas no tienen equipo, ni uso real, ni liquidez. Solo especulación. Y en este mundo, lo que sube rápido, baja más rápido. Algunas, como el token JF, del airdrop de Jswap.Finance, llegaron a valer millones... y hoy valen cero. Sin volumen. Sin compradores. Sin futuro. No es un error. Es el modelo.
Lo que muchos llaman "oportunidad" es, en muchos casos, un airdrop estafa, distribución masiva de tokens sin utilidad, diseñada para crear ilusión de valor. Los airdrops de proyectos como Bit Hotel (BTH), un juego NFT con comunidad real, sí pueden tener futuro... pero solo si el proyecto construye algo. La mayoría no. Son meme coin, criptomonedas basadas en tendencias, memes o nombres atractivos, sin código, sin equipo ni roadmap. Ejemplos claros: Robinhood AI (HOODAI), que no tiene nada que ver con la plataforma Robinhood; o Kanagawa Nami (OKINAMI), inspirada en arte japonés pero sin función ni demanda. Ambas valen casi nada, y no hay nadie detrás que las respalde.
Y cuando compras una criptomoneda volátil, no estás comprando solo un token. Estás confiando en un exchange riesgoso, plataforma sin regulación, con historial de retiros bloqueados o soporte inexistente. BKEX, por ejemplo, promete ganancias altas... pero usuarios reportan que no pueden sacar su dinero. En países como Filipinas o Myanmar, los exchanges no regulados pueden llevarte a multas, cierre de cuentas bancarias, o peor. No es teoría. Es realidad.
Las criptomonedas volátiles no son malas por naturaleza. Lo malo es creer que una subida repentina significa que algo vale algo. La verdadera señal de valor es la utilidad. La liquidez. La comunidad. El equipo. Lo que no se ve en el gráfico de precios. Aquí encontrarás historias reales: tokens que desaparecieron, airdrops que fueron trampas, exchanges que se desmoronaron, y algunos proyectos que sí construyeron algo. No te dejemos caer en lo mismo que otros ya cayeron.
REGENT COIN es una criptomoneda lanzada en 2022 que perdió el 99,5% de su valor. Sin uso real, sin transparencia y sin comunidad, es un ejemplo de cómo no se debe invertir en cripto.
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